Mario CASTELLANOS ALCAZAR
En medio de una crisis social, política y económica, que se agrava con la pandemia del coronavirus, arranca el proceso electoral 2020- 2021, el 7 de septiembre del año 2020, con cierto escepticismo, que tiene a los mexicanos al borde de la duda de la transformación de México, con ánimos encontrados como si, un cambio de régimen se hiciera de un día para otro, en dos, tres o más años, ni siquiera en un sexenio, para abatir la corrupción que se hizo en décadas en el sistema neoliberal.
Y es, que no podemos hablar de un cambio de régimen en solo dos años del actual gobierno anti neoliberal, que preside el presidente Andrés Manuel López Obrador, que si bien, tiene una aceptación preferencial del electorado, de más del 60 por ciento, según las encuestadoras, sus acciones no se han reflejado en mejores condiciones de vida, sí, se da por bien hecho, que la economía mexicana se ha caído en 10 puntos porcentuales.
Por cierto, que las elecciones del 6 de junio del año 2021, marcan la pauta del futuro de los mexicanos, si se quiere más de lo mismo o un cambio transversal de la política mexicana- y en el supuesto, de que los electores opten por un cambio de régimen, el actual gobierno federal, tiene que optar por dejar a un lado el paternalismo, o si bien, continua esta misma operatividad, lo que conviene al país y a los mexicanos es entrar en una nueva dinámica de producción y desarrollo para no ser receptores de los apoyos de un gobierno, que todo te da, pero no te enseña a producir los bienes y servicios que la nación necesita. “Te regala el pescado, pero no te enseña a pescar”
En este sentido, el cambio de régimen, en donde se pretende priorizar primero a los pobres y luego a los potentados, que ostentan y concentran la riqueza, es decir, el cambio de la opulencia por una austeridad e igualdad social, que significa la equidad en la distribución de los bienes y servicios, esto no es cuestión de dos años de gobierno, tomando en cuenta, que aún, no se han establecido las bases fundamentales de la Cuarta Trasformación de México, que hasta hoy se trata de un proyecto de buenas intenciones, que tiene a los mexicanos en ascuas porque no hay nada consolidado.
De ahí, la importancia de la primera prueba de fuego del proceso electoral 2020- 2021, que oficialmente, el Instituto Nacional Electoral (INE) dará el banderazo el 7 de septiembre, en el que se pone en juego el destino del país y se valora el trabajo del actual gobierno federal, para quien es importante ganar la mayoría, sino es que las 15 gubernaturas en disputa en igual número de entidades del país, las diputaciones y presidencias municipales a nivel nacional.
Sí el Partido de Regeneración Nacional (MORENA) gana la mayoría de los 21 mil cargos de elección popular, incluyendo las regidurías y sindicaturas, que estarán en disputa en el proceso electoral 2020- 2021, habrá dado un paso decisivo hacía el cambio de régimen, pero sino, dará marcha atrás, por lo que el presidente López Obrador, por el momento, está más enfrascado en el proceso electoral, que en los graves problemas del territorio mexicano, sin precisar sus políticas en materia económica, la inseguridad, la violencia y la propia, de la salud.
Ante esta situación, serán los 95 millones de ciudadanos mexicanos con derecho a voz y voto, los que tienen que atemperar la crisis generalizada, que sufre México, a través de su voto en las urnas, en cuya elección participarán siete partidos políticos. PRI, PAN, PRD, MC, PT, PVEM y por supuesto el partido en el gobierno de la Cuarta Transformación de México: MORENA, que lleva el pandero, ante la debilidad de los partidos de la oposición, que por cierto, no tienen una postura digna y propositiva, ni siquiera una plataforma electoral que apuntale una nueva filosofía de mejoramiento y desarrollo social, político y económico.
Ante esta situación, el presidente Obrador, si ha demostrado una gran preocupación, que le quita el sueño, pues no tiene la seguridad y confianza, en su partido, que le sirvió de tapiz para llegar al poder, ante la falta de consistencia y solidez de las siglas de MORENA, que en nada le ayuda, si a estas alturas, cuando arranca el proceso electoral 2020- 2021, aun no hay una dirigencia nacional de MORENA, que por cierto, está en disputa y con graves problemas internos, además de poseer muchas tribus que demeritan el trabajo del presidente 0rador.
Por citar, en Oaxaca, MORENA, no tiene una dirigencia estatal confirmada sólidamente, sino, por el contrario, este partido, en esta entidad, no tiene trabajo político en la integración de su plataforma política electoral y con un gran divisionismo causado por el senador oaxaqueño por esta sigla, Salomón Jara Cruz, aspirante a la candidatura para gobernador de Oaxaca, confrontado con las organizaciones sociales y políticas y con presuntos nexos de corrupción, al grado de tener una red de presidentes municipales que se dedican al tráfico de influencias y negocios ilícitos, ligados con la delincuencia organizada en la región del Istmo de Tehuantepec.
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