Mario CASTELLANOS ALCAZAR
Pudo haber sido muy comprometida la declaración del Secretario General del Gobierno de Oaxaca, Francisco García López, quien admitió, que este fin de sexenio del gobierno estatal será muy difícil, además de que ya no tiene capacidad para la solución de las demandas de las organizaciones sociales y políticas.
Sí, el gobierno estatal, entró bien, en diciembre del 2016, a 8 meses de culminar su mandato, debería estar fortalecido y consolidado como resultado del trabajo político, económico y social, realizado en los 6 años de su administración, por lo que debería entregar buenos resultados y con una actitud brillante.
¿Que implica decir, que este fin de sexenio del mandatario estatal será muy difícil y que el gobierno ya no tiene capacidad para la solución de las demandas de los sectores vulnerables de la entidad?, algo así, como derrotismo, presumiendo que no habrá aplausos, sino rechiflas. Espero que no, porque si Oaxaca se hunde nos hundimos todos. Algo tenemos que hacer.
Tampoco debemos ser pesimistas, y no hay mal que por bien no venga, si a partir de esta fecha, el gabinete redobla esfuerzos, capacidad y vocación de servicio; no se justifica que cualquier funcionario “cuelgue los guantes” y se convierta en plañidera.
Ciertamente, “Arena Política” ya lo había dicho, que el último año del Ejecutivo del Estado sería muy complicado – y hasta con nubarrones de violencia, ante el rezago histórico, acumulado en la fatal pobreza, marginación, la inseguridad, la violencia galopante, la delincuencia organizada, el desempleo, la crisis, la pandemia y la falta de recuperación económica son factores negativos que abonan a la corrupción, no solo de Oaxaca, sino del país.
Todo tiende a complicarse en el proceso de elección del gobernador de Oaxaca, que tiene lugar el 5 de junio del 2022 por la disputa del poder de los partidos políticos y los 7 candidatos, que calientan los ánimos con campañas de injurias y revanchismo político; lejos de hacer propuestas hacen diatribas altisonantes y ofensivas al adversario.
Por supuesto que esto se refleja en un desequilibrio del poder, que se complica por la falta de interacción institucional por la negativa de una política interna, que coadyuve en la solución de los conflictos, asimismo, se requiere de un monitoreo y un buen equipo de operadores, mejor conocidos como “bomberitos”, apaga fuegos, es decir, que solucionen los conflictos- y no los compliquen en el caso de Oaxaca.
Esto hace, que la capital oaxaqueña sea rehén de los grupos en pugna, las organizaciones sociales y políticas, que, al no tener una respuesta a sus demandas de justicia social, por parte del gobierno, se dedican a tomar las instituciones, a bloquear a la ciudad, así como las carreteras y por si fuera poco, retienen y golpean a civiles, asaltan comercios y destrozan bienes particulares.
La capital oaxaqueña y las regiones de la entidad viven un infierno que afecta a terceros ante los ataques de los grupos rijosos, o por las mismas autoridades municipales de la Sierra Sur, así, como los manifestantes de San Cristóbal Amatlán, el Frente Popular Revolucionario, lo normalistas, los maestros y grupos bélicos que ya rebasaron la capacidad de respuesta del gobierno.
Hacen destrozos, armados con piedras, palos, resorteras, machetes, armas de fuego y otros proyectiles con los que golpean a funcionarios, a los trabajadores de Ciudad Administrativa, a civiles, rompen cristales de automóviles particulares, secuestran autobuses del transporte público, toman las casetas de peaje, entre otros desmanes sin que intervengan los elementos de seguridad pública.
La violencia está en la puerta de la ciudad de Oaxaca de Juárez y sus agencias municipales por la disputa de los cargos de agentes, auxiliares, con heridos de armas de fuego en San Martin Mexicapan y Candiani.
Así mismo la violencia se asoma en la región del Istmo de Tehuantepec en cuando menos cinco municipios en donde habrá elecciones municipales extraordinarias el 27 de marzo-y por supuesto, no hay condiciones de seguridad en Chahuites, Reforma de Pineda, Mixtequilla y Laollaga. Mitla y Xoxcotlán de los valles centrales, en este último ya se confrontaron con saldo de dos heridos.
En Oaxaca se sigue la política de abrazos y no balazos, todo con amor y paz, todo con diálogo y más dialogo. Nunca se aplica la ley a quienes infringen la ley.
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